El nervio vago es el par craneal más largo que tiene el cuerpo humano y sus funciones no se limitan a la cabeza, sino que se prolonga hasta llegar al tórax y el estómago. Su nombre viene del latín vagus, que significa itinerante o errante por que se conecta con diversas partes del cuerpo comienza en el cráneo y finaliza en el estómago.
¿Cómo es el nervio vago?
El nervio vago es el décimo par craneal. Estos pares son agrupaciones de neuronas que nacen en el encéfalo, a ambos lados de la línea media corporal, y cumplen distintas funciones. Hay doce pares en total, algunos limitados a la cabeza y otros con extensiones por fuera.
Para salir del cráneo, el nervio vago discurre por un paquete vasculonervioso que se ubica en el cuello y que se suele denominar con el nombre de carotídeo. Estos paquetes son grupos de arterias, venas y nervios que comparten un camino anatómico para desplazarse hasta sus lugares de acción.
En este caso que analizamos, a cada lado del cuello viajan en paralelo las arterias carótidas y las venas yugulares, sumándoseles este décimo par craneal. Cuando penetran el tórax, los caminos se hacen un tanto diferentes a cada lado. Por su parte, el vago derecho se coloca por detrás de las estructuras que conectan a los pulmones con la tráquea. En el lado izquierdo pasa por el frente.
A medida que avanza, otorga ramas nerviosas que contribuyen a la formación de plexos dentro del pecho. Uno de estos es el esofágico, así como también el cardíaco y el pulmonar. Por último, cruzan hacia el abdomen por el hiato esofágico, un hueco en el diafragma por el que discurre el esófago.
Daño en el nervio vago
Puede que una cirugía lastime, por error involuntario médico, al nervio vago. También puede suceder que un accidente automovilístico provoque una fractura que lo dañe. Los tumores, benignos o malignos, corren con la posibilidad de presionarlo en extremo y afectar su funcionamiento.
La zona en la que se haga evidente el problema derivará en signos y síntomas, a veces distantes, ya que se expresarán en los órganos donde se depositen las ramas nerviosas al final de su trayecto. Podríamos enfrentarnos a trastornos de la laringe, del esófago, del corazón y del aparato digestivo.
Hay pacientes que se ponen disfónicos o con voz ronca, otros que ven alterada su frecuencia cardíaca. También vómitos y náuseas son una posibilidad. En el esófago se detiene el acto de deglución, con dificultad para ingerir líquidos o sólidos.
Estimulación del nervio vago
Entre las técnicas para estimular el nervio vago están:
Ejercicio físico: El ejercicio aeróbico, como caminar, correr o nadar, puede activar el nervio vago y promover la relajación.
La respiración diafragmática. Esta técnica consiste en respirar profundamente desde el abdomen en lugar de respirar desde el pecho. Al respirar de esta manera, se activa el nervio vago y se envía una señal de relajación al cerebro.
La meditación y la atención plena: Practicar la meditación y la atención plena puede ayudar a calmar el sistema nervioso y fortalecer la actividad del nervio vago.
El contacto social: Establecer relaciones sociales saludables y afectivas también puede activar el nervio vago y promover la sensación de seguridad y bienestar.
Hay otra técnica para estimular el nervio vago que se aplica a personas con enfermedades degenerativas, esta técnica consiste en un implante en el cuerpo que imparte ondas eléctricas desde un dispositivo diseñado para tal fin, de manera que alcancen a las neuronas en cuestión. Esto provoca una señal hacia el cerebro que es llevada hasta el final de los órganos inervados para modificar su función.
Todas estas técnicas promueven la conexión mente-cuerpo y la relajación, lo que puede tener un impacto positivo en el funcionamiento del nervio vago.
La relación entre el nervio vago y los trastornos de ansiedad
La ansiedad es un trastorno psicológico que se caracteriza por sentimientos intensos de preocupación, miedo y tensión. Estos sentimientos pueden provocar síntomas físicos como palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración excesiva, entre otros.
El nervio vago controla varias funciones corporales, como la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la respiración y la digestión. Cuando estamos estresados o ansiosos, el sistema nervioso simpático se activa, lo que provoca una respuesta de «lucha o huida» en el cuerpo. Sin embargo, el nervio vago tiene la capacidad de contrarrestar esta respuesta y activar el sistema nervioso parasimpático, encargado de la respuesta de relajación.
Cuando el nervio vago es estimulado, a través de técnicas de respiración profunda, meditación, ejercicio moderado y relajación muscular, se puede experimentar una disminución en los niveles de ansiedad. Estas técnicas ayudan a enviar señales al cerebro de que no hay un peligro inminente y que el cuerpo puede relajarse.
Además, la estimulación del nervio vago también está relacionada con la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la oxitocina, que tienen efectos positivos en el estado de ánimo y reducción de la ansiedad.
Comprender su impacto en el cuerpo y la mente es fundamental para abordar eficazmente los trastornos de ansiedad, este nervio tiene influencia tanto en el sistema nervioso central como en el periférico, lo que significa que puede afectar tanto a las funciones cognitivas como a las físicas.
El nervio vago actúa como un freno para el sistema simpático, ayudándonos a volver a la calma después de una situación estresante. Cuando el nervio vago se activa, envía señales al cerebro que indican que todo está bien y que no hay necesidad de seguir en estado de alerta.
Nervio vago y microbiota
Existe una comunicación en dos direcciones entre la microbiota intestinal y el cerebro humano. Para quienes no sepan qué es la microbiota, aclararemos que la microbiota es el conjunto de microorganismos y virus que puede colonizar cualquier área del organismo, pero la hallamos sobre todo en el intestino (microbiota intestinal), especialmente en el colon, y está formada principalmente por bacterias.
¿Sabías que la microbiota puede comunicarse con nuestro cerebro y que también puede influir en el comportamiento de una persona? Diversas bacterias producen neurotransmisores, como la serotonina, GABA o dopamina, las cuales pueden comunicarse a través del nervio vago.
Gran parte del sistema inmune se centra en nuestro intestino. Disbiosis o permeabilidad intestinal sobreexcitan nuestro sistema inmune, lo cual se relaciona con algunos desórdenes mentales y/o emocionales, puesto que el sistema inmune se activa «innecesariamente», aumentando la inflamación. Debemos tener en cuenta que el estrés libera hormonas como adrenalina o cortisol que hacen posible nuestra supervivencia en circunstancias de peligro. Si el estrés se cronifica se desregula el ciclo de dichas hormonas, el organismo limita recursos de nuestro sistema inmune para invertirlos en la lucha o huida en respuesta a la amenaza experimentada. A su vez, la comunicación intestino-cerebro también se perjudica, puesto que el sistema nervioso parasimpático reduce muchas funciones digestivas… empobreciéndose así la microbiota.
El 90 % de la serotonina se produce en las células de la mucosa intestinal y el 50 % de la dopamina también. La microbiota regula, a su vez, el metabolismo de la dopamina.
La estimulación del nervio vago, además, puede ser interesante como terapia eficaz para el tratamiento de la depresión. Según algunos estudios esta terapia puede reducir los síntomas depresivos en pacientes. Hablamos de tasas de remisión de hasta el 33% tras un año y es interesante puntualizar que el incluir terapias basadas en la estimulación del nervio vago supone mejores resultados en pacientes depresivos, si lo comparamos con tratamientos frecuentes que no cuentan con la estimulación del nervio vago.
Nervio vago y alimentación evidencian una relación directa y decisiva para nuestra salud y bienestar. Por un lado, sabemos que el primero es quien le avisa al cerebro de que “pare de comer” porque ya estamos saciados. Asimismo, es importante saber que este nervio neumogástrico también regula nuestro estado de ánimo y tienen un impacto en la salud mental, asimismo actúa como un centro de mando del apetito y regula nuestro estado de ánimo. Así una mejor conexión entre este nervio y los intestinos favorece la producción de GABA, el neurotransmisor de la calma y el bienestar.
Las épocas de ansiedad alteran la forma en que nos relacionamos con la comida: los atracones, el necesitar comer más dulce o los antojos constantes terminan también alterando la microbiota intestinal. Cualquier cambio en esta área revierte a su vez en nuestra salud y estado de ánimo.
¿Qué podemos hacer al respecto?
En realidad, podemos llevar a cabo muchas acciones para favorecer esa correcta armonía entre la microbiota, el nervio vago y alimentación. La primera es elegir mejor qué alimentos consumir y cómo. Por ejemplo, los probióticos son siempre una buena opción.
Por otro lado, es importante que aprendamos a manejar el estrés crónico, a favorecer una correcta higiene del sueño y a mantener, a su vez, una vida activa en la que no falte el ejercicio aeróbico.
Para concluir, el nervio vago y su íntima conexión con el cerebro y el intestino configuran ese eje que regula buena parte de nuestro bienestar físico y mental. Cuidar de ellos es atendernos como merecemos para obtener una buena calidad de vida.
Por tu éxito y el mío
Martha
Referencias
Dr. Ramón de Cangas Taller Argal
Psicologiamentesalud
La mente es maravillosa
Mazui